Un día como hoy...
No
sé si escriba como hablo o hablo como escribo. Cuido muchos los detalles de
cada cosa. Busco a veces ser muy complejo al narrar y otras lo más simple para
que nadie se vaya al intentar leerme. Pero bueno hoy haré el esfuerzo de
hacerlo de las dos maneras.
Esta
historia comienza un día como cualquier día. Con cosas simples, el maullar de
un gato, la luz de la ventana pasando por los vidrios sucios de mi cuarto, la
música que suena en la cocina. Que dice que ya es hora de irse. O que ya estará
el desayuno más rico que puede haber en mi paladar. Así de simples y a veces
así de complicado cuando intentas recordar.
El tiempo pasaba cada día más rápido, sin darme cuenta ya estaba en la edad de 34 años. Para mis alumnos, muy viejo, para mis amigos estamos en una buena edad. Y para mis padres demasiado joven. Y mi vida había dado tantas vueltas sin dame cuenta de ello. Cómo todos y en todos los momentos, comienzan con mi nacimiento. Algo complicado y ha veces hasta milagroso. Una enfermedad prematura obligo a qué mi cuerpo estuviera en cuarentena y mi alma en cuidado intensivos para poder sobrevivir. Y mis padres preocupados. Más que preocupados y esperanzados en que sobreviviera. Yo sin entender que realmente sucedía por qué yo no lo viví. O si lo viví pero no lo recuerdo. En ningún momento lo recuerdo, si acaso solo imagino y he creado imágenes en mi mente de cada cosa que me platicaron sobre mi nacimiento. Y así como lo platico. Pase por la etapa escolar, con un gran número de cosas que simplemente ahorita, en esta edad, me es difícil creer. Son muchas y probablemente igual que la de mi nacimiento son imágenes o situaciones imaginadas y creadas en mi mente. No lo sé. No tengo a nadie en este momento que me pueda platicar lo que sucedió. O si los hay pero algunos están lejos y otros pues simplemente no están en este momento. Porque en verdad me es difícil recordar tantas cosas. Muchas veces he pensado como es posible que estemos aquí. Cómo es que ahora resultamos ser muchos. Muchas personas. Muchos nacimientos, muchas mentes con muchos defectos y muchos aciertos.
Un niño me mira. Y lo miro, es pequeño, 1 año o dos a lo mucho. Y veo que la vida es muy frágil, muy pequeña. El está apunto de escribir su historia y narrarla si en algún momento decide escribir. Y sus ojos son los más puros que he visto desde que vi los de mi hermosa hija al nacer. Son ojos de esperanza en algo que aún desconoce, de algo que aún no se escribe en su historia. Y, es quizá eso que aún no escribe, pero que está ya en él, lo que lo mantiene en cierto estado de felicidad y de asombro a esta vida.
Eso, que aún no menciono, es lo que hace que nosotros con esa fragilidad con la qué venimos a esta vida, con esa fragilidad con la que caminamos , con la que escribimos, con la soñamos con la que vivimos. Esa fragilidad es la que hace que nosotros creamos en cosas que no entendemos, que nos hacen realizar dibujos o pinturas hermosas, nos hacen cantar, nos hace escribir, nos hace reír, nos hace llorar, nos hace sentir la piel de nuestra pareja, sus labios, sus más grandes anhelos, nos hace ser buenos y aveces malos. Quizá nos hacen tener más hijos, nos hace recordar cosas y otras no. Nos hace mentir y decir la verdad, nos hace ser humano y también animal. Esa fragilidad que AHORA menciono es AMOR.
Así es el Amor lo que hace que todo tenga sentido en esta vida. El Amor a todo eso que no vemos día a día. Amor es lo que nos hace ver lo simple y frágil que es la vida.
El tiempo pasaba cada día más rápido, sin darme cuenta ya estaba en la edad de 34 años. Para mis alumnos, muy viejo, para mis amigos estamos en una buena edad. Y para mis padres demasiado joven. Y mi vida había dado tantas vueltas sin dame cuenta de ello. Cómo todos y en todos los momentos, comienzan con mi nacimiento. Algo complicado y ha veces hasta milagroso. Una enfermedad prematura obligo a qué mi cuerpo estuviera en cuarentena y mi alma en cuidado intensivos para poder sobrevivir. Y mis padres preocupados. Más que preocupados y esperanzados en que sobreviviera. Yo sin entender que realmente sucedía por qué yo no lo viví. O si lo viví pero no lo recuerdo. En ningún momento lo recuerdo, si acaso solo imagino y he creado imágenes en mi mente de cada cosa que me platicaron sobre mi nacimiento. Y así como lo platico. Pase por la etapa escolar, con un gran número de cosas que simplemente ahorita, en esta edad, me es difícil creer. Son muchas y probablemente igual que la de mi nacimiento son imágenes o situaciones imaginadas y creadas en mi mente. No lo sé. No tengo a nadie en este momento que me pueda platicar lo que sucedió. O si los hay pero algunos están lejos y otros pues simplemente no están en este momento. Porque en verdad me es difícil recordar tantas cosas. Muchas veces he pensado como es posible que estemos aquí. Cómo es que ahora resultamos ser muchos. Muchas personas. Muchos nacimientos, muchas mentes con muchos defectos y muchos aciertos.
Un niño me mira. Y lo miro, es pequeño, 1 año o dos a lo mucho. Y veo que la vida es muy frágil, muy pequeña. El está apunto de escribir su historia y narrarla si en algún momento decide escribir. Y sus ojos son los más puros que he visto desde que vi los de mi hermosa hija al nacer. Son ojos de esperanza en algo que aún desconoce, de algo que aún no se escribe en su historia. Y, es quizá eso que aún no escribe, pero que está ya en él, lo que lo mantiene en cierto estado de felicidad y de asombro a esta vida.
Eso, que aún no menciono, es lo que hace que nosotros con esa fragilidad con la qué venimos a esta vida, con esa fragilidad con la que caminamos , con la que escribimos, con la soñamos con la que vivimos. Esa fragilidad es la que hace que nosotros creamos en cosas que no entendemos, que nos hacen realizar dibujos o pinturas hermosas, nos hacen cantar, nos hace escribir, nos hace reír, nos hace llorar, nos hace sentir la piel de nuestra pareja, sus labios, sus más grandes anhelos, nos hace ser buenos y aveces malos. Quizá nos hacen tener más hijos, nos hace recordar cosas y otras no. Nos hace mentir y decir la verdad, nos hace ser humano y también animal. Esa fragilidad que AHORA menciono es AMOR.
Así es el Amor lo que hace que todo tenga sentido en esta vida. El Amor a todo eso que no vemos día a día. Amor es lo que nos hace ver lo simple y frágil que es la vida.
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